5 Elementos Esenciales Para aoraciones

Los siete dolores que padeció la Inmaculado representan el sufrimiento de María a lo dilatado de toda una vida al unirse al sufrimiento de su hijo, Dios.

Contempla los dos sacrificios en el Calvario – individualidad, el cuerpo de Jesús; el otro, el corazón de María. Triste es el espectáculo de la Madre del Redentor viendo a su querido Hijo cruelmente clavado en la cruz. Ella permaneció al pie de la cruz y oyó a su Hijo prometerle el paraíso a un ladrón y perdonar a Sus enemigos.

La Doncella de los Dolores nos enseña a ser fuertes frente a los sufrimientos de la vida, teniéndolos a Ella y a su Hijo como modelos de santidad

La oración de los 7 Dolores de la Inmaculado es una forma de conectarse emocionalmente con la Virgen María y meditar en su sufrimiento como origen.

Como se puso de pie a los pies de la cruz, traspasada por la espada del dolor, mirando los ojos de su hijo.

Miradme ¡Oh mi amado y buen Jesús! Postrado en vuestra santísima presencia: os ruego con el veterano fervor imprimáis en mi corazón los sentimientos de Convicción, esperanza y caridad, dolor de mis pecados y propósito de en absoluto ofenderos, mientras que yo, con todo el apego y con toda la compasión de que soy capaz, voy considerando vuestras cinco llagas, comenzando por aquello que dijo de Vos ¡Oh mi Todopoderoso! el santo Profeta David: «Han taladrado mis manos y mis pies y se pueden contar mis huesos».

Aconsejamos percibir en el Santo Evangelio las citas que acompañan a cada individualidad de los dolores y luego la oración que se acompaña:

Alcanzadme, Raíz mía, las luces de la divina Chispa, para que acierte a escapar con paso firme y resuelto de las persecuciones y asechanzas de mis vicios y pasiones, que son mis mortales enemigos, hasta verme menos y seguro en el inexpugnable circuito de la condición de Alá durante mi fatigoso y arriesgado tránsito por el desierto de este mundo, a fin de poder conservarse felizmente al término de mi marcha, y alcanzar la dicha de verme reunido con mi redentor Jesús, y con Vos, entusiasta Origen mía.

El teólogo Pablo Cervera nos explica que la Casto vivió todo dolor humano en intensidad y plenitud incomparables

a aquellas almas que la honren y acompañen diariamente, rezando siete Ave MaríFigura mientras meditan en sus lágrimas y dolores:

… ¡Ay! ¡con qué ansioso afán inquiriría en vano en aquel rostro sin figura los hermosos rasgos y la sin parejo belleza que fueron la lumbre y el embeleso de sus virginales Fanales, el arrobo de los cielos y el encanto y la delicia de la tierra!

Inmaculado María: por las lágrimas que derramaste y el dolor que sentiste al ver la crueldad de clavar los clavos en las manos y pies de tu amadísimo Hijo, y luego al verle agonizando en la cruz; para darnos vida a nosotros, llevó su pasión hasta la muerte, y éste Bancal el momento cumbre de su pasión; Tú misma asimismo te advertiríFigura sucumbir de dolor en aquel momento; te acompañamos en este dolor.

¡Oh Raíz afligidísima, y por todos conceptos llena de amargura! Compadecido del acervo dolor que martirizó vuestro corazón en el cruel encuentro de vuestro Hijo en la calle de Amargura, al verle desfigurado, lleno de dolores, saciado de oprobios y oprimido por el grave peso de la cruz, os suplico con humilde rendimiento y sincero dolor de mis pecados, que me alcancéis Humor para levantarme de mi mortal abatimiento, a fin de que fortalecido con el ejemplo de vuestras soberanas virtudes, tenga valía para sostenerme en mis terribles caídas en el camino del pecado, y socorredme para que no sucumba bajo su peso, y renueve los tormentos de mi Salvador, y vuestro dolor y amarguras.

¿Quién de nosotros puede siquiera imaginar la magnitud del dolor que María debe acaecer estado experimentando en este momento de la vida de su hijo? Ella, adyacente con Jesús, tuvo que entregarlo todo aoraciones al plan de Altísimo.

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